La gata y Las Arpías.
Como recordareis los mas viejos del lugar, en una vida anterior yo me dedicaba a escribir historias y después publicarlas en el Faceboock.
La verdad que nunca tuve mucho éxito, para que nos vamos a engañar, pero a mi me gustaba escribir y tenía mucho que contar y con el tiempo me hice un pequeño club de fans…Tres o cuatro, las cosas como son.
Luego me aburrí, y llevo casi siete años sin escribir ni una palabra, se podría decir que me he dedicado a vivir (en mi caso a sobrevivir).
Tengo mucho que contar otra vez, pero hoy me voy a centrar en la historia que nos ocupa.
La primera historia que escribí fue sobre un gato, y la de hoy creo que es de justicia que vaya de lo mismo.
Vivo en un pueblo a las afueras de Huesca, para que os hagáis una idea, se podría decir que soy el mas joven del pueblo, la población local está compuesta por señoras de más de 75 años viudas o solteronas (algunas hasta con Taca Taca) y tres solterones (sin incluirme a mi, que soy un vividor follador).
Aquí los gatos son plaga, hay un Núcleo duro de señoras (en adelante las llamaremos Las Arpías) que dan de comer a los gatos pero nada más, ni los vacunan, ni los esterilizan ni les ponen microchip, ya no hablemos de dejarlos entrar en casa a dormir…
Llevo casi tres años viviendo aquí, y ya los primeros días tuve roce con las Arpías porque me decían que tengo que llevar el perro atado, así que mi respuesta fue:
-Señora, yo ataré a mi perro cuando usted ate a sus gatos
-Los gatos no son míos, dijo ella.
Señora, los animales son de quien les da de comer
Ahí, Pedro, a eso lo llamo yo entrar por la puerta grande.
Desde entonces hay un medio pacto de no agresión con el tema de los animales, con todo lo demás están en desacuerdo, nadie me dice nada, (de hecho apenas me hablan) ,pero tampoco hace falta, sus miradas de Arpía juzgando todo desde su pedestal lo dice todo.
Bueno, pues cuando llegué al pueblo tenía a Scooby, fiel amigo y compañero que me acompañó durante doce años en mis aventuras por el mundo, de hecho, murió en esta casa.
Cuando murió lo pasé tan mal que me juré a mi mismo que jamás volvería a pasar hambre (ah no, que eso es de lo que el viento se llevó) bueno, pues a la semana el cuerpo me pedía perro y como no soy muy de comer en los chinos, adopté a Max.
Max es un angel bajado del cielo con forma de perro y encima guapo y amable, lo que viene siendo yo, pero con forma de perro.
Hay diversas opiniones sobre esto, pero el hecho cierto es que todos mis animales han sido perros amables y equilibrados, supongo que la naturaleza va compensando las carencias de cada cual…
(Si esto fuera Whatshap pondría caritas de risas).
Joder, no recordaba lo difícil que es esto de escribir con un dedo…
De una relación anterior a la que logré sobrevivir a duras penas, me quedé con dos gatos, (Selva y Shady, a la madre le falta una pata de adelante y el hijo es hermafrodita, ( es muy largo de explicar, ya si eso otro día os cuento esa historia), el tema es que tengo dos gatos esterilizados que viven entre dentro de casa y un corral de 300 m² al que salen por una gatera.
Teníamos otra gata (Jungli) pero la mató el vecino rumano de un perdigonazo (esa historia recordadme que os la cuente también).
Los paseos por el pueblo son siempre parecidos, gatos por todas partes desnutridos y llenos de enfermedades tan acostumbrados a nosotros que les pasamos al lado y ni se mueven.
La semana pasada de repente una gatita de una camada nueva nos miró desde arriba de la plaza, la cruzó al galope, y se me sentó a los pies maullando desesperadamente.
Sabiendo perfectamente que era un error, la cogí en brazos y me la llevé a casa.
Se comió todo lo que le di, en dos días aprendió a usar el arenero, la verdad es que es una maravilla de animal, cariñosa, atenta, juguetona, agradecida…
Mas de una tendría que aprender de ella.
No me la podía quedar, son demasiados animales ya en mi vida así que hice un barrido de redes dando pena y le encontré un hogar en Pamplona, todo el mundo feliz.
Mis cojones.
Ahora viene el lado malo que tienen todas las historias felices.
Hace poco han venido a vivir al pueblo una parejita joven muy majos y que también tienen dos perros rescatados. (Las Arpías no les quitan ojo)
Me los encontré en un paseo y les conté la historia, así que se bajaron a la plaza y adoptaron a una hermana de mi gatita, aún queda gente buena en el mundo.
Hoy me los he vuelto a encontrar, ayer se encontraron a una tercera hermana de mi gatita con la cara destrozada y un ojo colgando, se la han llevado a casa y están intentando salvarle la vida sin gastarse mucho dinero y a costa de no dormir en toda la noche, (cosa totalmente imposible creo yo).
Yo mañana voy a llevar esta gatita a su nueva casa en Pamplona, y la moraleja de esta historia creo que está clara.
Si la plaza de tu pueblo está llena de gatitos recién nacidos, pasea por otro sitio, gilipollas.
Y colorín colorado,este cuento se ha acabado.



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