Horacito
Así como va creciendo mi Club de Fans inverso, (no me preocupa mucho porque no me dan demasiada faena) , siempre he tenido facilidad para hacer nuevos amigos.
Cuando vivía aún en Pamplona, un día me sonó el teléfono.
En aquella época el móvil servía para llamar y como mucho mandar un mensaje de texto, cosa que no hacíamos porque era carísimo.
Resultó que era una chica de Málaga que se había equivocado de número.
Estuvimos hablando lo justo para explicarle que yo no era la persona con la que quería hablar.
Al rato me volvió a llamar:
-“Ozu mi arma, ¿Zabez que?. (Voy a desconectar el traductor simultáneo que cansa mucho, a partir de ahora ponerle a ella voz de andaluza).
-”Me ha gustado mucho tu voz, hablas igual que el Arguiñano”
A mi me hizo mucha gracia el asunto, así que estuvimos hablando un rato y echando unas risas y luego colgó.
Al día siguiente me volvió a llamar, y al otro, y al otro.
Nos contábamos nuestro día, estuvimos así un tiempo, un día me pidió la dirección de mi casa porque quería enviarme una carta.
A los pocos días me llegó una carta escrita de su puño y letra con dos fotos suyas, pidiéndome que yo también le escribiera y le mandara fotos, cosa que por supuesto hice.
Seguíamos hablando a diario y ya se había puesto a funcionar el juego de la seducción, cuando le llegó mi carta le debió de gustar lo que vio porque seguimos hablando.
La chica no era ninguna Diosa, pero estaba bien (habló el hermano guapo de Brad Pitt, no te jode).
Empezamos a hablar de un viaje a Málaga para conocernos, a mi, que soy de natural viajero, no me desagradaba la idea.
Quiso la mala fortuna que en esos días conocí en Pamplona a la mujer de mi vida, (por enésima vez) y al enterarse de este rollo me obligó a llamarla y cortar la relación.
La malagueña no se lo tomó muy bien y me insultó un poco y con razón, creo yo.
Lo del amor de mi vida no duró mucho, (que sorpresa), cuando tú no estás muy bien de lo tuyo y te juntas con una mujer que se sienta a la mesa con Inés, ten por seguro que vas a acabar sentando en la misma mesa.
(Acertijo aquí, a ver quién lo saca).
Me tenía que haber ido a Málaga, pero sin embargo, al poco me fui a vivir a Ibiza,.
Era invierno y tenía un amigo que tenía un piso turístico para guiris y en invierno lo tenía cerrado, así que me lo alquiló con la promesa de irme cuando empezara la temporada de discotecas.
Enseguida encontré trabajo en un almacén de construcción, pocos días después empezó a currar conmigo Mansor, un senegalés de 2x2 con los dientes como teclas de piano, inteligente y gracioso como el solo.
Hablaba, Wolof, (el idioma de su etnia), francés, inglés, italiano, alemán y español evidentemente.
Y estaba aprendiendo ruso.
Un fenómeno mi negro.
Nos hicimos amigos enseguida, de tal manera que a veces iba a su casa a comer comida senegalesa (muy rica pero con sabores raros), con sus amigos.
Cuando cogimos confianza le empecé a llamar negro cabrón, el a mi me llamaba vasco feo.
Un día le dije:
-”Mansor, me tienes negro”
-”Pedro, tu a mi me tienes blanco”, me respondía.
Nos partíamos de la risa.
Me contó que tenía mujer y dos hijos en Dakar y otra esposa española en Alicante.
Un día se echó novia en Ibiza y se llevó a su mujer española y a su novia juntas de vacaciones a su casa de Dakar con su mujer y sus hijos. (Os juro que todo esto es verdad).
Cuando le preguntaba como hacía, me dijo¨:
Ellas se llevan bien y el truco está en dormir cada noche con una.
¿Os he dicho ya que era un fenómeno mi negro?.
Tiempo después empezó a currar en la recepción de un hotel (con tantos idiomas normal), pero seguimos viéndonos.
Como el hotel lo cerraban en Octubre y no lo volvían a abrir hasta Marzo, aprovechaba y en Barcelona se compraba un coche (siempre Renault o Mercedes), se cruzaba España, Marruecos, Mauritania y llegaba a su casa en Dakar.
Al llegar allí vendía el coche por el doble del dinero que le había costado, se pagaba las vacaciones, el avión de vuelta y volvía con dinero.
No se si os he dicho lo que era mi negro…
Siempre me decía que fuera con el a hacer lo mismo, que al llegar allí las mujeres se me iban a tirar encima como lobas, (aunque fuera un vasco feo), y que el día que probara una negra, no iba a querer otra cosa en mi vida.
La idea era la hostia pero no pude ir porque Ibiza es muy cara y nunca tenía dinero para comprar un coche.
Respecto a lo de las negras, el tenía una y dos españolas, que por algo sería, digo yo, así que yo he seguido disfrutando del producto local.
Currando en el almacén aquel conocí a mogollón de gente, un día apareció un tío que venía a comprar material y me dice:
-”¿Tu de que parte de Navarra eres?.
-”¿Como sabes que soy Navarro?”.
-”Menudo acento tienes”.
Este hombre se llamaba Salvador y tiempo después hizo honor a su nombre porque el día que me quedé sin salidas, me alquiló una casa.
Pero no adelantemos acontecimientos.
Otro día aparecieron a comprar material Lucho y Sebas, argentino y uruguayo respectivamente, eran pintores y nos hicimos amigos al toque (como dicen ellos).
La siguiente vez que vinieron ya me invitaron el sábado a comer asado en casa de Lucho que vivía en una masía en Sant Antoni de Portmany.
El asado es una carne a la brasa muy rica con chimichurri (la salsa) y regado por mucha cerveza.
Aquello estaba lleno de gente y a todos les hacía mucha gracia que fuera de Pamplona porque muchos tenían apellidos vascos pero nunca habían estado allí.
Cuando se enteraron que no hablaba Euskera, me dijeron que entonces no era un auténtico vasco y me empezaron a llamar El Vasquito, (con acento argentino).
Sebas el uruguayo era un grandullón con cuerpo de Conan el Bárbaro pero muy bonachón y siempre me decía:
-”Vasquito, vós no sós feo, lo que pasa es que tenés una belleza exótica”.
Que cabrón.
Entre toda aquella gente, estaba Horacio, se apellidaba Bálsamo.
Con este si que hubo conexión al toque, porque me hice amigo de todos, pero con él fue especial.
Quedábamos casi todos los días, nos íbamos a la playa después de currar con un pack de cervezas a contarnos nuestras batallitas y lo pasábamos de puta madre.
A Horacio no le gustaba nada el mote que me habían puesto los demás, así que él me llamaba Narigón y yo a él Horacito.
Era de un pueblo que se llama Amstrong y yo siempre le decía:
-”Pues si que eres de lejos que has venido de la Luna”.
Nos moríamos de risa.
Me contaba que llevaba mucho tiempo en España y tenía la doble nacionalidad y que hacía muchos años que no iba a Argentina, que allí tenía familia y amigos y una chica que le gustaba mucho pero no se atrevía a declararse.
En aquella época conocí a una chica Jipi que tenía un puesto en el mercado de Las Dalias, estaba convencida de que la Tierra y todo lo que tiene dentro tiene Alma y Conciencia.
Siempre me decía:
-”Si algún día La Isla no te quiere, hará que te vayas”.
Yo no creía mucho en eso, pero le decía a todo que si por razones evidentes.
Llegó la temporada de discotecas sin darme cuenta y mi amigo me dio una semana para dejar el piso porque le venían unos italianos.
Al enterarse Lucho me alquiló una habitación en la masía.
Nuestro otro compañero de casa era Ramiro, uruguayo y jefe de cocina del restaurante de la discoteca Pachá.
Durante un tiempo nos hizo la cena un cocinero famoso.
Esta gente eran todos del Rock y no les iba nada el chunda chunda ni las drogas, así que estuve casi dos años sin apenas pisar un bar ni una disco a pesar de vivir en Ibiza y tener a mi disposición entradas para Pachá gratis a diario, ni a la Flower Power quise ir.
Lucho se echó novia por internet, la chica era argentina pero de padre sueco, así que vivía en Suecia porque el gobierno le pagaba un sueldo por ir a vivir allí y aprender el idioma.
Al fructificar la relación, la chica y su hija venían a Ibiza a vivir y Ramiro y yo nos teníamos que buscar la vida.
Ahí fue cuando empecé a preguntar otra vez y un día Salvador me dijo que tenía una casa pero que estaba un poco lejos.
Fuimos a verla, estaba en Sant Josep De Sa Talaia, era y seguro que sigue siendo la casa habitada a mayor altitud de la isla de Ibiza.
Por encima sólo estaba el edificio del repetidor de televisión.
La casa era muy curiosa, estaba en lo alto de la montaña rodeada de pinares con un depósito de agua de 50.000 litros que cuando se acababa había que llamar un camión.
La nevera era de butano y dos bombillas y una tele de 12 voltios con una placa solar diminuta y dos baterías de camión en un armario en la calle.
Solo se veían la 1 y la 2 porque al estar el repetidor 200 metros mas arriba, debía hacer efecto paraguas y pasaba la señal por encima.
Alguna noche me quedaba a oscuras y entonces acercaba el golf GTD que tenía al armario de las baterías, y dejándolo encendido, lo enchufaba con unas pinzas a la casa y volvía a tener luz.
Era todo muy raro.
El entorno era la hostia, subiendo un km por el pinar llegabas a un acantilado que abajo estaba el mar y a lo lejos, la isla de Formentera.
A tres o cuatro km hay un memorial en el punto en el que se estrelló un avión en 1972 y murieron 104 personas.
A veces iba allí y miraba la placa conmemorativa con los nombres de todas la víctimas.
Jamás me encontré con nadie que estuviera visitando aquello.
Entonces llegó el 2008 y la famosa crisis, a mi jefe le empezó a ir mal y me echó.
Busqué trabajo en el pladur en un hotel de 5 estrellas que estaban haciendo en el puerto de Ibiza.
El día 5 de Julio se acabó el trabajo pero tenía 4 meses de paro y al día siguiente llegaban tres amigos de Pamplona a pasar las vacaciones en mi casa huyendo de los Sanfermines.
Aquel fue un verano de puta madre, se iban unos amigos y venían otros.
Todas las invitaciones que le había rechazado a Ramiro se las pedí de golpe y estuvimos todo el verano entre asados con los argentinos, disco y playa.
Se acabó el verano y no había manera de encontrar trabajo y ya me quedaba poco paro, me estaba quedando sin opciones...
Un día me sonó el teléfono y me dice el tío:
-”Hola, soy Petit,¿ te acuerdas de mi?”.
-”Pues no”
-”Nos conocimos hace un par de años en un bar y me dijiste que montabas Pladur”
Yo no me acordaba pero le dije que si.
Me dijo que tenía varias obras programadas en Ibiza, pero que de momento necesitaba gente en Barcelona y que pronto me volvería a mandar a Ibiza porque un trabajador con vivienda era oro puro.
Me pagaba el sueldo, el hostal y la comida.
Le dije que si sin dudarlo, me quedaba un mes de paro y necesitaba currar.
En aquella época Horacito y yo fuimos de visita a casa de un amigo suyo que tenía una perra con 4 cachorros y me acabé llevando una perrita a la cual llamé Neska, hace unas semanas que murió mi perrita hermosa.
Neska tiene su propia historia y la tenía escrita, pero un virus me encriptó el ordenador y la perdí.
Esa la voy a volver a escribir.
Pues nos habíamos quedado que me iba a Barcelona.
Preparé lo justo para llevarme, un bolso y poco mas, compré un billete de ferry y me despedí de todos mis amigos prometiendo volver en breve.
El ferry era nocturno, con el GOLF en la bodega metí a Neska en el bolso porque estaba prohibido dejarla en el coche y no quería que la metieran en una jaula y nos fuimos a cubierta en la parte de atrás del Ferry.
Mirando como se iban alejando las luces de Ibiza y con la estela del barco como testigo, me vinieron a la mente las palabras de la Jipi:
-”Si algún día la Isla no te quiere, hará que te vayas”.
Lo de Barcelona se merece un capítulo propio, solo decir que al final a mi jefe no le salieron las obras que tenía programadas y la única vez que volví a Ibiza fue un viaje relámpago para recoger mis cosas que estaban en casa de Lucho y volver a Barcelona.
La empresa de mi jefe era de Lleida y de gruista trabajaba un chico de Santander que se llama Carlos, compartíamos habitación en el hostal y nos hicimos grandes amigos, de hecho cuando la empresa me llevó a Lleida a trabajar me dejó un par de meses una habitación en su casa sin cobrarme nada..
Hemos mantenido el contacto hasta hoy y este Junio fui a celebrar su cumpleaños con él.
Pues ya estaba en Lleida viviendo, pronto me busqué una torre para vivir pero esa es una historia que ni he escrito,ni he publicado.
Ni lo pienso volver a hacer.
Con mis amigos de Ibiza mantenía un contacto periódico, como es lógico al principio más pero con el tiempo las cosa se van enfriando.
Con los que mas hablaba era con Lucho, Mansor y mi Horacito.
Cuando hablaba con Horacito, siempre me saludaba diciendo:
-”Narigón lindooooooo, ¿como va?”.
-”Horacito queridooooooo”
La despedida también era siempre igual:
-”Te añoro Narigón”, me decía.
-”Te añoro Horacito”.
Mansor me llamaba todos los meses de Octubre para ver si quería ir con él a Dakar a hacer lo de los coches, pero nunca pude, mi situación económica no había mejorado demasiado y además tenía que currar y y varios perros y no me podía ir tres meses.
Lucho vino a verme y se quedó una temporada en mi casa,.
En Diciembre fuimos a Andorra a ver a una amiga suya, íbamos a dormir en su casa, pero nos fuimos de pedo por ahí y a las 4 de la mañana y borracho perdido, me dieron esquinazo y me dejaron tirado en el coche con 13 grados bajo cero y apagaron los móviles.
Aquello fue el final de nuestra amistad, porque por echar una mierda de polvo no puedes dejar tirado a un amigo de esa manera, eso no se hace.
El día siguiente, hablando con Horacito, me dijo que Lucho se había ido de Ibiza porque había discutido con todo el mundo.
A Horacito le dejó de hablar porque se llevaba bien con su novia Suecargentina,(Horacito se llevaba bien con todo el mundo) quien por cierto se había vuelto para Suecia…
Un mal día se me apagó el móvil y no fui capaz de encenderlo, era de los que ya no llevan tarjeta SIM y los contactos estaban todos en el teléfono, así que los perdí todos.
La única dirección que me sabía era la de la masía de Lucho pero ya no vivía allí, así que perdí el contacto por completo con mi gente de Ibiza.
Pasaron varios años, un día me sonó el teléfono y al descolgar me dijeron
-”Narigón lindooooooo, ¿como va?.”
-”Horacitooooooooo queridoooooo”.
-”¡¡¡No me lo puedo creer!!!”.
-”¿Como me has encontrado?”
-”Busqué la guía de teléfonos de Navarra, busqué tu apellido y fui llamando uno por uno a todos los números hasta que hablé con tu madre y ella me dio tu número”.
No me lo puedo creer.
Estuvimos hablando mucho rato, me contó que al final la chica que le gustaba de Amstrong se había venido para España y se habían casado, yo le vacilé diciéndole que al final se había tenido que ir a la Luna para buscarse novia, también me contó que seguía trabajando de recepcionista en un hotel y que era muy feliz.
Yo le conté un poco mi vida también, Mireia, historias que había empezado a escribir, perros rescatados…
Quedamos en seguir en contacto ahora que volvíamos a tener los números.
Al despedirse me dijo:
-”Te extraño Narigón”.
-”Te extraño Horacito”.
Entre mis rituales mañaneros quité el de ducharme por una promesa que hice, pero hace mucho que mando un chiste todas las mañanas a mis amigos por Whatsapp, la mayoría estarán hasta los cojones pero no lo voy a dejar de hacer, me gusta pensar que les hago sonreír antes de empezar un nuevo día.
En esa lista incluí a Horacito que era muy del chiste.
Al día siguiente le mandé el chiste y se quedó con solo un palito gris.
Y al otro, y al otro también, así que le llamé y tenía el teléfono apagado.
Pensé que se le habría roto el móvil y que ya tendría noticias de él, ahora que nos habíamos reencontrado...
Le seguí mandando el chiste mañanero, pero no vio ninguno, cada varios días le llamaba pero el móvil seguía apagado.
Un día me llamó.
-”Horacito queridoooooooo”.
-”Hola, no soy Horacio, soy su mujer, Horacio murió la semana pasada”.
Yo me quedé en shock.
-”No puede ser, hace unos días estuve hablando con él”.
-”Tenía un cáncer terminal, te buscó y te llamó para despedirse de ti”
Y no me dijo nada el muy cabrón, cuando lo pille lo mato.
Yo a su mujer no la conocía pero me contó que había muerto con ella a su lado y rodeado de todos sus amigos, (cosa que es mentira porque tendrían que haber alquilado el Bernabeu).
Yo no podía parar de llorar y ella tampoco, me dijo que lo habían incinerado y habían ido en un barco a tirar sus cenizas y un montón de flores en Altamar.
Por Whatsapp me mandó las fotos pero no las consigo encontrar.
Nos despedimos prometiendo mantener el contacto, pero no he vuelto a saber de ella.
Después de mandarme las fotos apagó el móvil.
Tengo una foto de Horacito, porque ni siquiera una maldición de una bruja consiguió infectar el archivo en el que estaba.
Siempre me despido diciendo que colorín colorado, este cuento se ha acabado, pero hoy voy a cambiar mi despedida por una frase que me dijo un amigo quien en su lecho de muerte, invirtió parte del poco tiempo que le quedaba en buscarme para despedirse de mi.
Y aunque en ese momento yo aún no lo sabía, es lo más bonito que nadie me haya dicho en mi vida.
-”Te extraño Narigón”.

Que historia más bonita... Grande periko, grande...
ResponderEliminarGracias Eloy
EliminarY sigue mandando chistes please...
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EliminarNo lo voy a dejar de hacer nunca...
Jobar que bonita historia y triste a la vez.Pobre Horacito😢y que gran amigo la verdad 😘
ResponderEliminarHoy he modificado el final porque ayer las lágrimas no me dejaban ver el teclado ni pensar con claridad.
Eliminar❤️
EliminarHe pasado por todos los estados con esta historia, sin duda ambos os dejasteis una gran huella💖✨
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